Teoría del Estado Colegiado

Las previsiones del primer congreso constituyente de México

Ya en otro momento de nuestra historia se consideró la instauración de un Ejecutivo colegiado; fue en una discusión del “Acta Constitutiva de la Federación de 1824”, en la que los diputados Juan Rodríguez, José María Guridi Alcocer, Demetrio del Castillo, Manuel Crescencio Rejón y algunos más, expusieron brillantemente razones para la instauración de un Ejecutivo Colegiado, debatiendo contra razones expuestas por los miembros de la comisión redactora con argumentos que hoy nos parecerían asombrosos, no sólo por la trascendencia de la cuestión sino porque según el devenir de la historia, sus razonamientos presagiaron con el tino de una profecía el futuro de los hechos políticos hasta nuestros días, y a pesar de que en su momento fueron ignorados, expongo aquí una parte del debate de la cual podemos apreciar argumentos de vanguardia.

El primer debate Legislativo en nuestra Nación acerca de la formación del Poder Ejecutivo se dio en los albores de nuestra independencia, por el año de 1824 justo después que el poder le fuera arrebatado a Agustín de Iturbide[1]. El día 2 de enero de 1824 el artículo 16 del proyecto de Acta Constitutiva de la Federación de 1824, elaborado por la comisión redactora para presentarse a discusión al Congreso Constituyente decía textualmente[2]: “la Constitución general depositará por tiempo limitado el Poder Ejecutivo en un individuo con el nombre de Presidente de la Federación Mexicana, el cual será ciudadano por nacimiento de la misma federación, con la edad de 35 años cumplidos, las demás cualidades, el modo de elegirlo y su duración se determinará por la misma ley constitucional”. A continuación transcribimos algunas de las razones a favor y en contra del mismo.

En contra del citado artículo se pronunció el diputado Manuel Crescencio Rejón, y con él varios diputados más. Rejón sostuvo que las ventajas que se concebían en el gobierno de una sola persona eran la celeridad y el secreto, se encontraban en el de tres, y en éste se evitaban los inconvenientes del primero, que serían la precipitación en las providencias y el peligro de caer en la tiranía; mencionó además que los gobiernos monárquicos no eran lentos ni faltos de secreto a pesar de que trabajaban en ellos varias personas que eran por lo menos el rey y los ministros.

También se expresó en este sentido el diputado Morín, quien por su parte expresó que un presidente astuto era capaz de erigirse en monarca y conservarse en el trono con tal de que se conduzca de un modo dulce y fino y no soltando groseramente las riendas de su ambición sino moderadamente y en secreto; señaló las circunstancias críticas en las que se encontraban (de carácter político, por la reciente consumación por la independencia y las luchas intestinas por el poder) y exhortó a que nos temiéramos a nosotros mismos asegurando que veía tan peligroso depositar el Gobierno en un solo individuo que no daría su voto para ello “aunque lo amenazaran con un puñal”. El diputado Rodríguez, sumándose al debate expresó que la libertad peligra bajo el gobierno de un solo hombre que tiene arbitrio de crearse un partido por medio de empleos y puede disponer de las fuerzas armadas; que aunque la Nación podría conocer y resistir el abuso que pudiera hacer el presidente, ya se sabe que una revolución, aún cuando tenga éxito, cuesta sangre y ocasiona otros perjuicios; que mejor estaría el Poder Ejecutivo en un cuerpo moral (colegiado), porque tiene más luces, más constancia y es muy remoto que todos sus individuos se coludan contra la patria; que no hemos de imitar a Estados Unidos porque sus circunstancias son diferentes y aquí tenemos que luchar contra nosotros mismos para consolidar el Gobierno.

El diputado Morales señaló los siguientes argumentos a favor de la integración de un Poder Ejecutivo Colegiado[3]:

1.- Que debían combinarse la actividad y la seguridad de las libertades públicas, siendo preferible siempre lo segundo, y que mejor estaría el Gobierno en tres individuos que en uno solo, porque o todos serían buenos y entonces no habría más que desear, o dos lo serían y prevalecerían contra el malo, o uno solo sería bueno y fiscalizaría la conducta de los otros, o todos serían malos y ellos mismos se descubrirían unos a otros porque los criminales casi nunca pueden caminar de acuerdo;

2.- Que sería fácil que uno sólo se conduciera secreta y astutamente, dirigiéndolo todo hacia sus fines hasta que pudiera realizarlos y hecho esto, no sería fácil derribarlo; dijo también que en el Gobierno se podía facultar al que presidiera en turno para que dictara las providencias del momento, con obligación de participarlo inmediatamente a sus colegas para que aprobaran o reprobaran y así se tuviera la celeridad necesaria;

3.- Que así se lograría la ventaja de que aunque uno se enfermara quedarían otros para el despacho de los asuntos,  igual de instruidos y preparados para el cargo;

4.- Que el secreto se aventuraba tanto en el Gobierno de un individuo como en el de tres porque aquel no podía obrar por sí mismo, sino valiéndose de los ministros y de otros agentes;

5.- Que siendo uno solo el que ejerciera el Poder Ejecutivo, se aumentarían los esfuerzos y las intrigas de los aspirantes y de los partidos;

6.- Que tres hombres medianos fáciles de encontrar se podían suplir por uno óptimo que era difícil de conseguir;

7.- Que sería débil y nulo el recurso de que los pueblos resistieran providencias sospechosas del Presidente, porque si el sabía darles un aspecto legal y justo, la Nación no podría menos que obedecerlo.

Por su parte, el diputado Rejón, además de emitir un voto particular y después de recalcar la atención que semejante cuestión tan importante merecía (la de depositar el Poder Ejecutivo en un individuo o un cuerpo colegiado) y después de expresar su preocupación por evitar los males que la historia de los monarcas refería, expuso los siguientes argumentos[4]:

1.- Que si fuera uno y único el depositario del Poder Ejecutivo quedaría demasiado expuesta a ser arrancada la tierna planta de nuestra libertad, ya que un hombre con las atribuciones que le dispensaba el Acta Constitutiva (documento sobre el que se debatía en aquel momento) se hallaría demasiado separado y distante de los otros ciudadanos, de modo que tendría intereses muy diversos a los del Estado;

2.- Que estas atribuciones, que le colocaban en el puesto más elevado de la Nación serían unos poderosos estimulantes que lo inquietarían por perpetrarse en el destino que ya una vez habría conseguido;

3.- Que con las facultades de disponer del tesoro de la Federación, mandar a su arbitrio el Ejército permanente y Armada, nombrar a todos los oficiales de la milicia y últimamente conferir otros empleos de mucha importancia, se daría lugar para hacerse de un partido respetable y atropellar las libertades públicas;

4.- Que no se debía argumentar que el Congreso le tendría (al titular único del Poder Ejecutivo) en los límites de su deber, pues el Congreso era sólo una rueda más que hacía embarazosa la máquina (del Estado) aumentando sus fricciones y apenas teniendo la facultad de advertirle (al Ejecutivo) sus extravíos y consultarle en el nombramiento de ciertos empleados, sin poder obligarle a pasar por su consulta, pues las atribuciones del Congreso no serían bastantes para poner freno a quien pretendiera usurpar la perpetuidad del mando y contara con los cuantiosos recursos que le proporcionaran las leyes (como era el caso del Proyecto de Acta Constitutiva);

5.- Que el espíritu de prudencia y previsión que había movido a oponer diques, aunque débiles, a los esfuerzos de la ambición, debió sugerir a la mayoría de la comisión redactora, medidas más enérgicas para evitar que degenerara nuestro Gobierno en monárquico;

6.- Que cuanto menor fuera el número de individuos en quienes se depositara el Poder Ejecutivo, cuanto más ambicionado y apetecible se haría éste, de modo que cuando fuera una sola persona quien manejara las riendas del Gobierno, el puesto sería más solicitado y merecería los desvelos de los ambiciosos, por lo que no se podría llegar al nombramiento de un nuevo presidente sin encontrar alteraciones y conmociones tramadas por los aspirantes;

7.- Que disminuir los motivos que podían influir en las turbulencias públicas, con especialidad en tiempos en que por el orden natural de las cosas no podían menos que notarse oscilaciones, era propio de la prudencia de un legislador sensato;

8.- Que confiándose a un solo hombre el ejercicio del Poder Ejecutivo se hacía indispensable la parálisis de la marcha de los negocios en su renovación, ausencia o enfermedad y que mientras el sucesor o suplente se imponía del giro que llevaban los asuntos públicos, los pueblos se perjudicarían por el entorpecimiento que irremisiblemente había de sufrir la administración.

Y sobre la trascendental cuestión, el diputado emitió un voto particular que consta de tres proposiciones para ser adoptadas por el artículo, las cuales se insertan textualmente a continuación:

1.-  La Constitución de la Federación Mexicana depositará el Supremo Poder Ejecutivo en tres individuos naturales de su territorio, ciudadanos en el ejercicio de sus derechos, mayores de 35 años de edad y residentes en estos países al tiempo de su elección. La Constitución designará la denominación de este cuerpo y el modo y forma de nombrar sus individuos.

2.- Cada año se mudará uno de estos tres individuos, empezando la renovación por el primer nombrado.

3.- Al año de haber elegido los individuos del Supremo Poder Ejecutivo, se mudará el más antiguo en el orden de la elección y ocupará el primer lugar el segundo nombrado; al año siguiente cesará éste y subirá el tercer nombrado, y en lo sucesivo será removido el más antiguo[5].

Dentro del grupo de legisladores que se opusieron a tales propuestas y que defendieron la unidad del Ejecutivo, se encontraron los diputados Bustamante, Romero, Espinosa y Cañedo.

El diputado Bustamante expuso los siguientes argumentos (a favor de la unidad del Poder Ejecutivo)[6]:

1.- Que la unidad del Ejecutivo evitaba la morosidad en la ejecución que es el defecto del gobierno de muchos;

2.- Que aunque el cuerpo colegiado tuviera la ventaja de la multiplicación de las luces, esto podía ocurrir también en el gobierno de uno solo;

3.- Que no era fácil que un hombre solo tuviera el ascendente y prestigio necesario para entronizarse y conservarse en el poder.

Por su parte el diputado Romero expuso los siguientes argumentos[7]:

1.- Que las circunstancias de la Nación exigían energía en el gobierno y esto se consiguía depositándolo en una sola persona;

2.- Que los estados no se dejarían someter fácilmente por un tirano.

El diputado Espinosa señaló lo siguiente[8]:

1.- Que los demás pueblos habían preferido la unidad para su Poder Ejecutivo;

2.- Que la unidad del Poder Ejecutivo propiciaba más celeridad y sigilo;

3.- Que los estados no se dejarían someter por un Poder Ejecutivo, unitario o colegiado, que pretendiera abusar de sus facultades;

4.- Que aún suponiendo en el Presidente una astucia tan prodigiosa y una fortuna extraordinaria con la que lograra ocultar sus intenciones a los pueblos, si éstos continuaban en su laudable aborrecimiento a ser gobernados por monarcas, al momento que se descubriera como sería indispensable, destituirían al tirano, si quisieran continuar bajo su férula entonces conforme al principio de la voluntad general sería un rey legítimo con derecho a ser obedecido.

El diputado Cañedo, también a favor de la unidad el Ejecutivo, añadió lo siguientes argumentos[9]:

1.- Que no se deberían fijar en el número de individuos a quienes se confiara (el Poder Ejecutivo), sino de las precauciones que se pusieran para evitar el abuso que uno o muchos pudieran cometer;

2.- Que si el titular del Ejecutivo quisiera abusar  de los fondos públicos, se sabría por alguno de los muchos involucrados en tal hecho;

3.- Que sería muy difícil que un Presidente sedujera a las fuerzas militares sin que esto se llegara a percibir, y que si lo hiciere sería preferible uno que tres;

4.- Que si se adoptaran tres titulares del Ejecutivo, se aumentaría el de los aspirantes y se formarían tres partidos, seguramente más perjudiciales que uno solo;

5.- Que se debería seguir el ejemplo de los facultativos (expertos) en materia de libertad, como Estados Unidos;

6.- Que toda la cuestión se podía resolver mediante las precauciones que se adoptaran en las leyes.

El artículo del acta fue aprobado en términos de un Ejecutivo unitario, y desde entonces jamás se ha discutido la cuestión de nuevo, aún a pesar de que lo que en esta discusión se buscaba prevenir ya ha ocurrido; por el contrario, los detentadores del poder han logrado mantener un Ejecutivo unipersonal, ocasionándose con ello las condiciones del México actual.


[1] Por razones que al mismo día de  hoy permanecen cuestionables, entre las que se menciona el hecho de que abusó del poder y se constituyó en Emperador.

[2] Crónicas del acta constitutiva de la federación, México, Comisión para la conmemoración del sesquicentenario de la República Federal y el centenario de la restauración del Senado, Cámara de Diputados 1974, pp. 437-457.

[3] Idem.

[4] Ídem.

[5] Idem.

[6] Idem.

[7] Idem.

[8] Idem.

[9] Idem.

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